Publicado en La Tercera
Por seguridad, estos grupos de población suelen no ser considerados en estas investigaciones. Pero expertos a nivel global advierten que eso podría afectar la eficacia del tratamiento una vez que esté disponible.
En la carrera por hallar una vacuna eficaz contra el covid-19, niños y, sobre todo, adultos mayores parece que corren con desventaja. Así al menos lo han hecho notar expertos alrededor del planeta que alertan sobre una sub representación, o incluso la ausencia total, de estos grupos de la población en los ensayos de diferentes alternativas terapéuticas en desarrollo. En el caso de los adultos mayores, esta dicotomía llama la atención, en varios países ellos representan casi el 80% de las muertes.
En EEUU, investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard hicieron una revisión de 241 estudios —pruebas de drogas, vacunas y dispositivos—, y observaron que en 37 de ellos había límites específicos de edad, ya que no inscriben a participantes mayores de 65 años.
Otro grupo de 27 ensayos no establecen una edad máxima, pero utilizan diseños de estudio que dejan fueran a muchos seniors. Y en el resto de los trabajos analizados, en la mayoría no se habían incluido »personas de la tercera edad.
Estudios pueden estar excluyendo sujetos mayores, a propósito o sin darse cuenta”, advierte la doctora Sharon Inouye, geriatra y autora del trabajo, en una entrevista a The York Times.
Una mirada con la que concuerda el doctor Gerardo Fasce, presidente de la Sociedad de Geriatría y Gerontología de Chile. “Es habitual que queden excluidos, por seguridad, o a veces para hacer más fácil el proceso o evitar la presencia de otras variables (comorbilidades, por ejemplo) que pueden confundir los resultados. Eso hace que queden subrepresentados”.
De hecho, hay una larga lista de ensayos clínicos en los que los adultos mayores han sido excluidos, incluso cuando las enfermedades en cuestión —como cáncer, cardiopatías u osteoporosis— los afectan sobre manera.
El año pasado, los Institutos Nacionales de Salud (NIH, su sigla en inglés) de EE.UU., comenzaron a exigir que los estudios que financian incluyan a personas de todas las edades, a menos que los investigadores brinden una “justificación aceptable” para su exclusión.
El problema, según los expertos, es que el apuro por conseguir una vacuna ahora ha llevado a algunos proyectos a saltarse esta indicación.
Pero sobre todo por seguridad, enfatiza el doctor Mario Rosemblatt, director ejecutivo de la Fundación Ciencia y Vida. “En cualquier ensayo de vacunas o drogas para uso general, jamás se prueban en niños o en adultos mayores; siempre en personas jóvenes y sanas”.
Así ocurre principalmente en las primeras fases (1 y II) de investigación, que buscan determinar, ante todo, que se trate de una terapia segura. “Se privilegia comenzar con grupos en que puede haber menos efectos adversos o que no serán tan vulnerables a ellos”, dice el doctor Miguel O’Ryan, investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la U. De Chile. “No se incluye a adultos mayores o niños inicialmente por precaución”.
Renovar criterios
Algo que podría cambiar ahora que algunas vacunas han comenzado sus ensayos de fase III, en que se investiga la respuesta terapéutica en grupos más numerosos (miles) y heterogéneos de personas.
Esta semana se anunció que, gracias a un acuerdo entre la U. Católica y el laboratorio chino Sinovac, Chile participará a partir de julio en los ensayos de fase III de la vacuna que desarrolla dicha compañía farmacológica. Se requerirán al menos dos mil voluntarios, entre quienes se excluyen los adultos mayores, así como las embarazadas y quienes ya tuvieron covid-19.
“Este es el momento para incorporar a los adultos mayores”, opina Fasce. Según la doctora Inouye, los estudios que ya están en marcha aún pueden renovar sus criterios para incluir a participantes de más edad.
Así lo están haciendo, por ejemplo, investigadores de la U. de Emory y de la U. de Oxford, que también piensan incluir a niños.
“Si bien el papel de los niños en la cadena de transmisión del SARS-CoV-2 aún no se ha definido por completo, es probable que jueguen un papel importante según nuestro conocimiento de otros virus respiratorios. Por eso los ensayos de vacunas deberían incluirlos”, dice la doctora Carol Kao, de la Facultad de Medicina de Emory.
Al respecto, para el doctor O’Ryan los niños no son un blanco fundamental en estos momentos. Considerando que habrá un suministro limitado de vacunas en un inicio, “Es poco probable que se vacune a niños como estrategia final; pero eso puede cambiar”.