Publicado en el https://www.eldinamo.cl/
La variante delta del COVID-19 se transformó en la dominante en Chile, generando preocupación por los 1.220.458 pacientes mayores de 18 años que no están vacunados, quienes serían los primeros afectados de sufrir una enfermedad grave o morir debido a las complicaciones asociadas al coronavirus.
El último reporte de vigilancia genómica del Instituto de Salud Pública (ISP) señaló que la mutación, que es catalogada como “de preocupación” por la Organización Mundial de la Salud (OMS), alcanzó el 97,44% de las muestras analizadas durante la última semana, superando ampliamente a la variante gamma (1,28%), la misma que provocó la segunda ola de mediados de este año.
Aunque el país superó las 14 millones de personas con su esquema completo de vacunación, aún queda un margen importante de rezagados. A esto se suman quienes aún no se colocan la dosis de refuerzo, la que según las autoridades es clave para frenar los efectos de una posible tercera ola de infecciones.
El Ministerio de Salud entregó un análisis que aseguró que quienes no se han vacunado tenían siete veces más riesgo de contagiarse que quienes tienen tres dosis. A esto se suma que el número de nuevos ingresos por cada 100 mil habitantes se cifró en una tasa de 1,6 pacientes en el grupo no protegido, mientras entre quienes sí cuentan con su vacunación completa la tasa no alcanzada fue de 0,4.
Ejemplos en Europa y Estados Unidos
Aunque la variante delta surgió desde India, su propagación se concentró principalmente en los países del hemisferio norte como Estados Unidos y gran parte de Europa, que experimentaron una fuerte alza de casos en el mes de julio, en pleno verano.
Por aquellos días España informó que el 83,1% de los contagios nuevos notificados en cinco semanas correspondía a personas no vacunadas. Francia estimó que más del 90% de las infecciones confirmadas eran de personas que no habían recibido las dos dosis.
En Estados Unidos la situación fue dramática, ya que Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) confirmó que el 99,5% de las personas que murieron de coronavirus en los seis meses previos no estaban inmunizada. La gran ola de contagios -que en octubre bajó de intensidad- se concentró en estados como Arkansas, Mississippi y Missouri, donde el proceso de vacunación fue más lento en comparación al resto del país.
Expertos chilenos coinciden en que la presencia de la variante delta en nuestro país podría golpear especialmente a los no vacunados, por lo que reiteraron la importancia de completar el esquema de inoculación y recibir la dosis de refuerzo.
“Ellos son claramente la población más vulnerable para hacer una infección grave, de eso no hay ninguna duda. También tienen, al menos, el doble de la posibilidad de infectarse”, expresó a EL DÍNAMO el académico de la Universidad de Chile, Miguel O’Ryan.
Evitar el colapso hospitalario
Durante los últimos días las autoridades han centrado sus esfuerzos en mostrar que la situación hospitalaria sigue “bajo control”, aunque los últimos reportes muestran un leve aumento en los pacientes internados en la UCI y en ventilación mecánica. Aún así, todavía no se registra un incremento explosivo de pacientes que requieran atención por un contagio de SARS-CoV-2.
Sebastián Reyes, microbiólogo e investigador del Centro de Genómica y Bioinformática de la Universidad Mayor, señaló que una de las funciones principales de la inoculación pasa justamente por evitar que los infectados lleguen a un hospital. Con ello se disminuye la carga hospitalaria y también la letalidad.
“Es importante considerar que las vacunas están haciendo efecto, son protectoras, y han demostrado serlo con las variantes que nos han afectado. Las vacunas en sí son un entrenamiento de nuestro sistema inmune, entonces lo que ocurre es que la persona vacunada está protegida en un muy buen porcentaje de generar una enfermedad grave o la muerte”, señaló el especialista a EL DÍNAMO.
Reyes reiteró que quienes van a estar más expuestos en sufrir un contagio grave “con la variante delta o con la que venga” son los no vacunados, especialmente si tienen alguna comorbilidad como obesidad, hipertensión o diabetes.
El investigador afirmó además que las personas no inoculadas tienen una carga viral mayor y más extensa que quienes están vacunados, dejando en riesgo de contagio a personas de su círculo cercano que aún no han avanzado en su proceso de inmunización como los niños y adolescentes.
El microbiólogo precisó que el pinchazo de refuerzo es necesario ya que “está demostrado que la protección decae en las personas que no cuentan con una tercera dosis a los seis meses, lo que provoca un nuevo factor de riesgo”.
A pesar de los beneficios de la vacunación, tanto O’Ryan como Reyes coincidieron que las medidas de autocuidado como el uso correcto de la mascarilla, el lavado frecuente de manos y el distanciamiento físico siguen siendo claves para evitar un agravamiento en la crisis sanitaria.